PÉREZ VELASCO, NATALIA
Israel es una democracia de corte occidental que descansa en una clara separación de poderes y un Parlamento del que procede el primer ministro; pero sus instituciones, el sistema electoral imperante y los partidos generan un juego político que refleja solo una parte de la realidad del país. Lo que marca su carácter distintivo son la inmigración, su definición como Estado judío y la existencia de una importante minoría de origen palestino, elementos que han derivado en una extrema división de su sociedad y que tiene un constante reflejo en su política. Como consecuencia, algunos factores propios del juego político israelí han tenido un papel decisivo en la evolución del proceso de paz con los palestinos, y han contribuido a su fracaso. Al establecer los Acuerdos de Oslo una negociación por etapas, su evolución estuvo condicionada por acontecimientos externos y la voluntad de los máximos dirigentes de ambos lados, que en el caso israelí cambiaban tras cada elección.
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